¿Quién dijo que los animales no tienen modales? Este hermoso -y enooorme- león marino no perdió la oportunidad de pedir un rico pescado fresco a algunos comerciantes del puerto, nada bobo, ¿para qué fatigarse buscando tu propio alimento cuando puedes ir a pedirlo amablemente?
Los hombres que trabajaban en el mercado no pudieron resistirse a darle algunos bocadillos, ¿quién puede decirle NO a una criatura tan educada?
El león marino encontró su paraíso terrenal, no dudamos ni un poco que regrese días después por más comida y que, de paso, lleve algunos amigos para disfrutar de un buen festín.
Señor, ¿me daría un pescado?
Si no es mucho pedir, quisiera otro, por favor
¡Así deberían ser todos los clientes!
Aunque, claro, él no pagó ni un centavo.
¡Qué bien portadito espera su turno!
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