Vivimos en un mundo en el que tener dificultades físicas y mentales puede excluirnos de la convivencia desde pequeños, convirtiendonos en seres aislados y solitarios. La impotencia ante el bullying estaba volviendo la vida de los padres de Jonny un verdadero infierno. Sin embargo, este niño con autismo, encontró en una perrita callejera que sufrió el mismo rechazo por ser diferente, la amistad de una compañera que jamás lo juzgaría.
Los veterinarios pensaron en rendirse
Las condiciones de salud y el grave estado de debilidad en que se encontraba esta perrita al ser rescatada en el 2012, eran deplorables. Quienes la encontraron aseguran que no faltaba mucho para que falleciera, pero afortunadamente lograron llegar a tiempo para trasladarla al hospital veterinario. Luego de atenderla en urgencias, los doctores recomendaron que fuera llevada a un refugio para animales. Fue ahí donde le pusieron el nombre de Xena.
Estaba muy lastimada y desnutrida
Xena es una perrita criolla, presuntamente el resultado de una cruza con pitbull. Fue difícil determinar su edad debido a las heridas y lesiones que presentaba en la piel, pero los veterinarios dijeron que tenía alrededor de 4 meses. El tratamiento que recibió fue intensivo, y tardó bastante en recuperarse porque casi no podía comer y su desnutrición era severa.
Tenía aproximadamente 4 meses de vida
El nombre con el que fue bautizada, es de origen griego, y define a la perfección su valentía, porque Xena es una verdadera guerrera. Cuando se recuperó y logro tener un buen peso, ahora sí, ya estaba lista para recibir todo el amor que merecía, lejos del peligro.
Merecía encontrar una familia
Los padres de Jonny escucharon de una convocatoria lanzada por parte del albergue. Se trataba de una jornada de adopción abierta, en la que se invitaba a la comunidad a conocer a los animales del refugio para que consideraran llevarse uno a casa, y pensaron que sería bueno para Jonny el conocer a un amigo de 4 patas.
Un buen día, su vida cambió
El día de la adopción oficial, no pasó por la mente de los padres que este par lograría formar un lazo indestructible de complicidad. Su conexión fue tan sorprendente, que ese mismo día decidieron llevarla a casa, y la vida de Xena y de su nuevo amigo dio un giro completamente inesperado: nunca más se volvieron a sentir solos.
¿Quién salvó a quién?
A pesar de que Jonny tiene problemas para interactuar y tener contacto físico con los demás, Xena se ganó su confianza y puede abrazarlo, jugar con él, darle la patita y sentarse a su lado sin ningún problema. Con nadie había tenido un vínculo tan fuerte como con ella, así que la perrita en agradecimiento por su nueva familia, tiene la tarea de ayudarle su amigo a integrarse poco a poco a la sociedad, enseñándole a controlar sus ataques de ansiedad y recordándole que ahí está ella para apoyarlo y devolverle la alegría que su familia llevó a su vida.