La pequeña Raven, una cachorrita Husky, necesitaba una nueva amiga para crecer y jugar juntas; pero su mamá Christina sabía que ella no podía decidir por sí misma cuál sería la mejor amiga de su hija. Así que llevó a Raven al albergue animal de Lubbock, Texas, para que Raven lo hiciera por ella misma.
“Siempre quise un perro y un gato que crecieran juntos. Ha sido una meta de mi vida”, comentó Christina. “Quería que ellas fueran capaces de llevarse bien… Así que quise que Raven en realidad conociera a la gatita, y que la gatita se llevara bien con los perros”.
Le presentaron a Raven cuatro gatitos, y no mostró interés en ellos, excepto en una bola de pelos llamada Woodhouse, ella fue la elegida. En ese día Woodhouse no solamente ganó una casa, también una mejor amiga.
Woodhouse fue adoptada hace un año, y ¡desde entonces Raven y la gatita se han vuelto inseparables!
“Son perfectas la una para la otra. Ya no se abrazan tanto como cuando eran cachorras; pero siguen siempre juntas, y juegan juntas”.
Si quieres segur a Raven y a Woodhouse, puedes dar click en su Instagram.